Crisis personal: ¿Qué es y cuándo ocurre?

La palabra “crisis” tiene diversos sentidos, pero en cualquiera de ellos, hace referencia a un peligro por el sufrimiento o dolor que trae consigo algo que ha cambiado en nuestras vidas. Algo que se ha perdido o se va a perder, ya sea material o personal, y que genera un sentimiento de angustia. Por norma general, a diferencia del estrés u otro desequilibrio emocional, dura un corto periodo de tiempo durante el cual se enfrenta un desequilibrio, y un avance o retroceso. Crisis personal: ¿Qué es y cuando ocurre?

 

Crisis; la palabra que tanto asusta

La palabra “crisis” proviene del vocablo griego krisis (decisión) y krino (separar), lo que indica que hay una ruptura, pero al mismo tiempo, oportunidad.

Como hemos dicho, a lo largo de nuestra vida, existen momentos de estabilidad emocional, pero en algunos momentos surgen acontecimientos que hacen que ese equilibrio sufra una rotura y nos desestabilicemos. Este episodio nuevo en nuestra vida muchas veces no sabemos cómo enfrentarlo. Cuando estos cambios son muy drásticos o sobrevenidos y no conseguimos adecuarnos, se convierten en una lucha difícil de gestionar. Ahí es cuando llegamos a la crisis personal.

A lo largo de nuestra vida, es normal pasar por una etapa de crisis vital adaptativa relacionada con diferentes etapas por las que pasamos a lo largo de nuestra existencia, y nos hacen plantearnos reconstrucciones de nosotros mismos, de nuestro “yo” (adolescencia, madurez, vejez). Pero también existen otro tipo de desequilibrios que están causadas por situaciones que no esperamos o para las que no estábamos preparados (divorcios, enfermedades, muerte, pérdida del trabajo, etc.).

 

La evolución de una crisis

Y aquí viene el quid de la cuestión; Crisis personal: ¿Qué es y cuándo ocurre? Sea cual sea la crisis que enfrentamos (evolutiva o situacional), pasaremos por un momento de gran carga emocional que merma, en gran parte, nuestra capacidad para enfrentar los problemas. Los sentimientos en esos momentos son inciertos y existe la sensación de una pérdida de control y mucha impotencia. No obstante, como ya hemos comentado, las dificultades personales rompen el equilibrio inestable del individuo, pero son transitorias.

Es difícil, primero saber que estás teniendo un cambio y aceptarlo como viene. Una vez haya concluido el momento “torbellino”: ¿Qué me pasa? ¿No tengo fuerzas para nada? ¿Esto va a durar para siempre?, y la lógica tristeza y sufrimiento, existe un halo de luz en el horizonte que, para aprovechar, hay que armarse de coraje y convertir ese momento en una ocasión ideal para un cambio. Un cambio que aunque sea contradictorio nos ofrece esa crisis. Es decir, el desequilibrio que genera una crisis no es infecundo y en muchos casos puede fortalecer más a la persona.

 

La crisis y sus etapas

Podríamos organizar las fases de una crisis en conflicto – desorden – adaptación (o desadaptación).

El camino que se atraviesa durante una crisis personal o vital es parecido al de un duelo ante una pérdida. En primer lugar nos aborda la sorpresa, el estupor por lo que está pasando y empezamos a desarrollar una tensión que provoca irritabilidad e impotencia. El individuo lucha por recuperar rápido el equilibrio perdido. Incluso, puede suceder que se convierta en una fase de negación (defensa). Más tarde empezamos con la aceptación racional, con desconcierto y cierto miedo y nos empezamos a hacer preguntas, de manera que se crea un caos mental al no saber lo que está pasando. Pasamos por estas etapas para, al final, llegar a la aceptación emocional, fase en la que podemos sentirnos enfadados y deprimidos, presentando conductas defensivas o de desconfianza. Si todo transcurre así, salimos poco a poco de la crisis habiendo aprendido algo e incluso más fortalecidos. Si nos estancamos, podemos desarrollar algún trastorno adaptativo que habrá que tratar con ayuda de profesionales.

En cualquier caso, una crisis personal siempre lleva consigo una solución, una fecha de caducidad y una enseñanza para tu vida.

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